miércoles, 25 de julio de 2012

Primera entrada

Hola a todos. Hoy publico mi primera entrada en la que voy a contar una aventurilla que tuve con un habitual amigo al que siempre van ligadas mis extrañas experiencias.
Todo empezó una noche de invierno, poco después de las fiestas de navidad. Era una noche perfecta en la que no había que estudiar porque no había ningún examen a la vista, así que mi amigo anteriormente nombrado (Jaser), otro amigo, Coth, y yo decidimos salir a firmar por la ciudad. Tanto Jaser, como Coth, como yo somos aficionados al arte del graffitti y por ello de vez en cuando salimos a pintar o a firmar.Recorrimos toda la ciudad a altas horas de la madrugada hasta que el sueño pudo con nosotros. Acordamos volver cada uno a su casa y seguir otro día con lo que nos despedimos de Coth y, Jaser y yo seguimos hasta nuestras casas, que están prácticamente al lado. Por el camino hicimos tres o cuatro firmas, nada importante. Debimos parar ahí pero no supimos ver el riesgo que conllevaba firmar dos personas solamente. Con dos personas el riesgo es mucho mayor, hay más puntos que no puedes vigilar a la vez por si llega alguien y decide llamar a la policía o actuar por su propia mano, que fue exactamente lo que nos pasó. Llegamos a cierta zona de mi barrio y vimos una persiana inmaculada que nos llamaba a gritos y, como marineros de la tripulación de Ulises atraídos por los cantos de sirena, caímos en la tentación. Comenzamos a firmar cuando de repente oímos un pito de un coche. Nos detuvimos en el acto para ver de dónde procedía aquel pitido y, trans afirmar que no iba con nosotros, seguimos a lo nuestro. He de recalcar que ninguno de los dos teníamos gran habilidad para hacer este tipo de tareas y que nos llevaba nuestro tiempo. Todo ocurrió en muy poco tiempo. Jaser había terminado pero yo, que soy un poco más lento, aún seguía con lo mio. Él me dijo: venga tío, vámonos, pero yo seguí hasta que vi salir de un coche a una persona. En  ese momento lo dejé todo allí y comencé a correr como si de una competición olímpica se tratara. La figura se acercaba y pude comprobar que era un chico de entre unos 25 y 30 años, muy posiblemente cani. En la huida me propinó una patada en la pierna al ver que me estaba escapando de él. Eso me desestabilizó pero no por ello caí. La caida vino después, al tropezarme con un bordillo y caer de bruces. A todo esto, Jaser ya no estaba a la vista y no apareció hasta que El Cani, favorecido por mi caída, fue a por mí. Me asestó varios golpes en la cabeza y el cuerpo a lo que yo no me quedé quieto. Ni mucho menos. Peleé como pude para intentar zafarme de sus manos y le conseguí dar algún puñetazo que otro que, sin duda, les dejaría marca durante unos días. La pelea estuvo desequilibrada desde el principio: un peso pluma como yo y El Cani, machacado en el gimnasio que se aprovechó de la caída. Tuvimos suerte, poco tiempo después llegó el coche con una chica que paró a escasos centímetros de mí, acompañada de un amigo de El Cani que le instigó a parar con la pelea. Jaser recogió como pudo mis cosas, tiradas por el suelo durante la huída, y se acercó a mi y a El Cani. Este último estaba embravecido. No cesaba de insultar y agredir como podía, ya fuera dando patadas y manotazos en la cabeza o el cuerpo, o tumbándome contra el pavimento y forzándome a pedir disculpas. Estuvimos así unos minutos hasta que el amigo de El Cani consiguió tranquilizarlo y nos dejaron marchar. Una vez nos alejamos de allí pude constatar que me había roto las converse, una sudadera de Korn que me habían regalado por navidad y los pantalones, que apenas se notaba. Nos paramos a dos manzanas de donde había ocurrido todo para tranquilizarnos y mantener la sangre fría. Decidimos tomar el camino más corto hacia nuestras casas y durante el camino no pude evitarlo y me eché a reir. Lo que acababa de vivir era tan surrealista como probable que pasase. Era algo que nunca creí que me iba a pasar pero que acabó tocándome. Nos acabábamos de librar de una pelea, de que nos llevaran a comisaría, de que nos demandaran... Nos habíamos librado de tantas cosas que nos sentimos afortunados al haber recibido tan solo unas magulladuras. Como final, acompañé a Jaser a su casa y los dos dijimos lo mismo al despedirnos: Gajes del oficio

2 comentarios:

  1. Y por qué hizo eso, era suya la persiana o que? xDD

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No pero se ve que tenía un sentido de la justicia muy personal xd

      Eliminar